sábado, 30 de abril de 2011

LA TÉCNICA Y LA SOCIEDAD DEL RIESGO, SU IMPACTO EN LA SALUD Y LA SEGURIDAD DE LAS PERSONAS

Al hablar hoy de la sociedad del riesgo se hace habitualmente referencia a una doble experiencia en la sociedad contemporánea. Por un lado, a la posibilidad de que se produzcan daños que afecten a buena parte de la humanidad. Son daños que, bien como catástrofes repentinas (accidentes nucleares, por ejemplo) o bien como catástrofes larvadas (la destrucción de la capa de ozono), están asociados a la universalización de la tecnología y a sus consecuencias negativas por la abolición de barreras nacionales, de clase social o generacionales. El efecto invernadero, las catástrofes nucleares, las enfermedades o los derramamientos de petróleo no respetan fronteras entre países, entre ricos y pobres o entre padres e hijos.

La sociedad del riesgo, además, consiste en la presencia de decisiones arriesgadas en la vida cotidiana. La nuestra es una sociedad crecientemente tecnificada respecto a procesos de producción, al funcionamiento de sus instituciones y a la conducta individual. Los ámbitos de acción, antes regulados por una tradición vinculante, ahora constituyen problemas de decisión y atribución de responsabilidad: en el uso de toallas, la conducción de automóviles, el consumo de energía, la utilización de tecnologías médicas, etc. Pero no es eso todo. La cuestión no es tanto que los peligros de la sociedad actual sean mayores que los del pasado, sino que hoy los peligros son habitualmente imputados a acciones y decisiones humanas. Cuando un peligro potencial se conceptualiza como riesgo se está afirmando que hay seres humanos que de algún modo son responsables de esta amenaza.

Si en el pasado muchos daños eran atribuidos a los dioses, la naturaleza, el destino o la mala suerte, hoy se tiende a pensar que todos los peligros que nos acechan son, por acción u omisión, responsabilidad humana. La gota fría (precipitaciones excepcionalmente violentas e intensas durante unas horas o días, acompañada de numerosos rayos y de granizo), los terremotos y los huracanes son fenómenos naturales, pero ¿lo son también sus consecuencias? Posiblemente alguien no avisó a tiempo de que se acercaba el huracán, o no se ocupó de limpiar el cauce del río seco, o no utilizó materiales de construcción capaces de resistir el temblor de tierra, o... Si un daño pudo haberse evitado, entonces alguien es responsable. Comienza entonces la controversia para identificar culpables y establecer compensaciones.

Así se explica la aparente paradoja de que a mayor nivel de vida, mayor atención sanitaria y mayor longevidad en una sociedad, un mayor número de riesgos alcanzan visibilidad pública y causan alarma entre la población. La cuestión clave es que cuanto mayor es el conocimiento y los medios técnicos, tantos más daños potenciales son identificados como riesgos y más graves son las atribuciones de responsabilidad dados los recursos disponibles. No es pues una sorpresa que los riesgos o desastres, movilicen hoy a ecologistas, asociaciones de consumidores o a habitantes de cualquier pueblo que se sientan amenazados por una actividad industrial o una instalación tecnológica.

TEXTO TOMADO:
http://www.oei.es/noticias/spip.php?article976

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